jueves, 11 de noviembre de 2010

UNA FRIA NOCHE, NO PRECISAMENTE POR EL CLIMA.
Noviembre del años dos mil cuatro, a pocos días de cumplirse un año de haber ocurrido un cambio radical en mi vida, las cosas ya no marchaban nada bien, de siete días de la semana, seis eran de discusión, nadie es perfecto, todos cometemos nuestros errores, ambos los cometimos y no supimos enmendarlos, a lo largo de estos doce meses había vivido las mejores experiencias de mi vida, a su lado, como siempre lo había soñado pero así también las peores.
Seis de la tarde de un frio once de noviembre, me disponía a salir del trabajo, tome el teléfono e hice la llamada, “Ya voy de Camino, ¿me esperas donde siempre?”, “Si” fue su respuesta, tome mis pertenencias, salí del lugar. A las seis con quince minutos llegue a la parada del bus, espere impacientemente el bus en el que me transportaría hacia el lugar indicado, a las seis treinta el bus arribo, lo aborde y empecé mi recorrido por la Avenida Reforma, esperando que esa noche fuera mejor, que todo cambiara, como por arte de magia, aunque en interior sabría que no sería así, tenía una buena noticia, y estaba ansiosa por contársela; seis con cincuenta, llegue a mi destino, y ahí estaba, me saludaste y todo iba bien, pasamos por la exposición de motos, nos emocionamos y pensamos al mismo tiempo, “!VAMOS POR EL NENE, LE VA A ENCANTAR!” reímos, nos tomamos de la mano y seguimos nuestro recorrido por la veinticuatro calle hacia la zona cinco, al llegar al puente le conté la noticia, “ME DARAN MI PRIMER PAGO” dije, y fue ahí donde todo empezó, la noche mas fría de mi vida.
Siete de la noche, discutimos por lo peor, lo más tonto, lo más superficial, por dinero, sí, por el dinero, empezó a decidir sobre mi sueldo, “PAGARE ESTO, COMPRARE LO OTRO….” Esas fueron sus palabras, lo escuché por al menos quince minutos hasta que no pude más, a las siete con quince estalle, y empecé a dar mis opiniones, y fue peor solo conseguí reclamos, gritos y amenazas. El miedo me atrapó, ya no escuche mas y empecé a llorar, el ser que por mucho tiempo había sido el amor de mi vida se convirtió en el monstruo que me hacía sufrir, las amenazas siguieron, la última amenaza fue “ESPERÁ QUE LLEGUEMOS A CASA” y siguió caminando, esperando que siguiera sus paso, y aunque sabia que mi hijo estaba en casa y que si no le seguía las cosas serian peores, por primera vez en ese año me arme de valor y no le seguí. Eran casi las ocho de la noche, sin un centavo, en la calle, inundada de miedo, no tenia a donde ir, no sabia que hacer, el tiempo se me hacia eterno, pero Dios nunca se olvida de nosotros, aparecieron unos ángeles, si, unos jóvenes procedentes de Salamá que se encontraban en un torneo de karate en el Gimnasio Siete de Diciembre, de se acercaron a mi y me ofrecieron su ayuda, de igual manera no sabia que hacer, no tenia donde pasar la noche, mis lagrimas no dejaban de brotar y sabia perfectamente que si regresaba a casa las consecuencias serían peores. A las ocho treinta de la noche después de que ellos me calmaran, me ofrecieron un lugar para dormir, aun sin la aprobación de su entrenador, entre todos lo convencieron, a las nueve de la noche, yo tenia una una cobija, un techo para pasar la noche y colchoneta para dormir, ¿Dormir? en ningún momento, no pegue los ojos en toda la noche, estaba lejos de mi hijo, con miedo a no volver a verlo, sin saber que hacer , doce de la noche, cerraba los ojos y los recuerdos de la discusión retumbaban en mi cabeza, dos de la mañana, las lagrimas brotaban de mis ojos, sin parar, dormía, pero todo eran pesadillas, cuatro de la mañana, la desesperación me abrumaba, no pude volver a cerrar los ojos, a las seis de la mañana tome la decisión, hice una llamada y mi tormento estaba a punto de terminar.
Alrededor de las siete de la mañana otro angel llego al rescate, conversamos. Ocho de la mañana, fui por mi hijo, el miedo aun me invadía, lo recupere, pero ahí también estaba el, mis lagrimas volvieron a brotar, mi corazón se hacia un nudo, pero todo había terminado, a las diez de la mañana estaba lejos de él, con el corazón hecho pedazos, pero segura de que había sido la mejor decisión.


PD
Siempre formara parte de mi vida, pues un fuerte lazo nos une, pero pudimos comprender que lejos podemos continuar, sin seguirnos haciendo daños y aun asi estar unidos para salir adelante como padres.

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