viernes, 13 de abril de 2012

Cronica de un Insomnio


La noche se apresuro a llegar, ella sola en su habitación, rodeada de obscuridad se disponía, por fin, a descansar. El cansancio acumulado, exigía sin duda al cuerpo reposar.

Cambio sus ropas, uso algo mucho más liviano, un conjunto de seda y satín abrazarían su cuerpo esa noche. El color fucsia del traje, resaltaba en las sabanas blancas que cubrían la cama en donde emprendería un viaje con Morfeo.

Los últimos retoques antes de su encuentro con Morfeo, cepillarse el cabello, formar con el una trenza, su habitual rutina de limpieza facial, verse al espejo y admirar su cuerpo, tal vez no perfecto, pero perfectamente orgullosa del mismo.

Se dirigió a la cama, poso su cuerpo sobre ella, se cubrió con las sabanas, acomodo delicadamente su cabeza sobre la almohada, espero que el, Morfeo, llegara y la abrazara y la llevara a ese viaje de ocho horas al que hace ya algún tiempo no había podido asistir, pues siempre había un compromiso que atender.

Paso la primera hora, el no llego. Su mente empezó a divagar entre las preocupaciones del día, los tormentos de la semana, la ausencia del amor, de su amor. Durante la segunda hora las lagrimas brotaron, pensó en cada momento bello que a adornado su vida con una sonrisa, que ha agregado motivos a su felicidad.

La tercera hora llego, el reloj marcaba la una de la madrugada, sus ojos cansados de llorar, su mente cansada de pensar, Morfeo, su único consuelo tardaba aun en llegar, pensó en el, lo llamo en su mente, pidiéndole que llegara que esta noche, ansiaba sus brazos y por fin descansar.

Cuando sonaron las 3 campanadas sonaron su mente aun divagaba entre el ser o no ser, su cuerpo empezó a sentir frio, necesitaba su calor, extrañaba sus caricias, extrañaba a su amor, su  corazón se retorcía mientras lo pensaba, su cuerpo le necesitaba.

Sus manos fueron sus cómplices, su mente creativa empezó a imaginar. Imagino que sus manos eran las de su amor, empezó a acariciarse el rostro, el cuello, los brazos, su cuerpo pedía más. Sus manos nunca dijeron no, acariciaron las curvas de sus pechos y de inmediato empezó a reaccionar, mientras tanto cerraba los ojos y veía su imagen, su corazón latía sin descanso.
Sus manos continuaron, su recorrido triunfal, recorriendo su cuerpo mientras su mente graficaba e imaginaba que era su amor quien hacia su cuerpo vibrar, sus dedos llegaron al punto que ya todos conocemos, el placer creció, su cuerpo se estremeció, su mente logró que fuera el quién la hiciera sentir, lo que ella catalogó un orgasmo.

Todo paso, el reloj marcaba las cuatro, Morfeo aun no la visitaba y fue donde recordó que estaba en soledad, que no había sido su amor quien la hiciera sentir el placer, cerró los ojos, una lágrima mas brotó, Morfeo al fin se apiado, la abrazo y en sus brazos la llevo al paraíso del sueño.

Cuatro treinta, la alarma sonó, era hora de empezar una nueva jornada, se despidió de Morfeo, le agradeció la visita y le pidió que la próxima noche no faltara y si así fuera, que por favor, su amor estuviera con ella.

Una nueva jornada empezó, su rutina diaria también, un baño, su ropa de trabajo, cartera lista, y las ganas de encontrar a su amor esa mañana. Pero no fue así, solo le quedaba seguir con la esperanza de que su amor volviera a su corazón, y que al finalizar la jornada pudiera junto con el poder descansar.



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